domingo, 1 de noviembre de 2009

Los Elementos y Las Triplicidades

Los Signos Zodiacales están divididos en cuatro grupos, llamados “Triplicidades”, correspondientes a los cuatro elementos que existen en la naturaleza:

• FUEGO: estado radiante.
• TIERRA: estado sólido.
• AIRE: estado gaseoso.
• AGUA: estado líquido.

(El elemento ETER: es el quinto estado; la síntesis de los cuatro elementos básicos.)

En el MACROCOSMO: la naturaleza presenta estos cuatro elementos:
• Tierra: nuestro planeta y los continentes.
• Agua: los mares, ríos, la lluvia.
• Fuego: los volcanes, la lava, la temperatura, el sol.
• Aire: la atmósfera.

En el MICROCOSMO: El cuerpo humano presenta estos cuatro elementos:
• Tierra: el esqueleto.
• Agua: la Sangre, el líquido acuoso cerebral, el sudor.
• Fuego: la temperatura.
• Aire: la capacidad pulmonar para la absorción de oxígeno.

Cada elemento rige a tres Signos Zodiacales, y reciben los nombres de:

“Triplicidad de Fuego”: Aries, Leo, Sagitario.
“Triplicidad de Tierra”: Tauro, Virgo, Capricornio.
“Triplicidad de Aire”: Géminis, Libra, Acuario.
“Triplicidad de Agua”: Cáncer, Escorpio, Piscis.



DETERMINANTES TERRESTRES:
Imaginemos por un instante a un hombre que desea re-crear al mundo. Este demiurgo improvisado comenzará por buscar los materiales con los cuales él constituirá su universo. ¿Cuales serán los que tomará como base?. Es difícil imaginar otros que no sean los cuatro elementos fundamentales: la TIERRA, el AGUA, el AIRE, el FUEGO.
¿Qué más esencial y natural puede encontrar? reconociendo estos elementos en su propio cuerpo y en el planeta que habita.
Muchos creen que aceptando la teoría de los cuatro elementos, la Astrología es anticuada: que en nuestra era atómica, ella retrocede a una pobre pseudo física indefinible. Pero hay que preguntarse primero si la química de Lavoisier y la física atómica han verdaderamente destronado esta física de los “elementos”; se ha confundido la mente moderna al tomar a los elementos al pie de la letra.
Para los antiguos los cuatro elementos son antes que fuerzas físicas: principios ordenadores, realidades fundamentales de la vida, irremplazables, testigos de la substancia interna de la vida en el ciclo de su evolución continua, una especie de rosa de vientos que señala los puntos cardinales del mundo concreto del hombre.
Debemos admitir que en el origen de toda clasificación astrológica, está la doctrina antigua de la formación de todas las cosas por los cuatro Elementos; doctrina que se ha encontrado en los grandes filósofos: Pitágoras, Empédocles, Platón, Aristóteles... Ella consiste en una determinación general de la esencia de las fuerzas de la naturaleza, realizando su obra de generación y destrucción por medio de estos principios vitales.
Para la astrología si el hombre es un cosmos en el Cosmos, él es también a la vez, un producto de la Tierra, un proceso de la Naturaleza, de igual esencia y sometido a las mismas leyes. A los procesos naturales corresponden analógicamente los procesos humanos, pero estos se obtienen primero de las referencias naturales, terrestres.
Ahora bien, en todo las cosas van por cuatro. Si sobre la Tierra existen estos elementos, en el cielo las revoluciones de los astros hacen prevalecer cuatro grandes fases, análogas a la infancia, la juventud, la madurez y la vejez.
Partiendo de la determinación de las cuatro fases de los ciclos de la vida terrestre, de los cuatro elementos, los astrólogos han fundado una clasificación natural de los temperamentos que conduce a la formación de cuatro grandes familias humanas; este cuaternario temperamental, fue adoptado por Hipócrates, quien se refirió a los principios de los elementos; fue recogido por Galeno, que estableció una teoría de los humores. Los psicólogos se han amparado en él y se ha conservado hasta nosotros. Esta tipología temperamental fijada por la ciencia de los antiguos en relación con los cuatro elementos, ha surgido actualmente de todos los horizontes científicos, en relaciones diversas con la morfología, la fisiología, la biología y la embriología.
Aún es más curioso ver como el psicólogo va a parar a la simbología elemental a propósito de la imaginación creadora. En efecto, G. Bachelard ha podido separar cuatro grandes tipos de imaginación condicionados respectivamente por los cuatro elementos tradicionales. Tendríamos así cuatro grandes familias de poetas que se caracterizan por sus imágenes familiares: poetas del agua (Poe, Lamartine, Hugo); del aire (Shelley, Nietzsche); del fuego (Rimbaud, Claudel, Flaubert); y de la tierra (Vigny, Mallarmé...).
Los dos elementos secos y retraídos: Fuego y Tierra, se oponen a los dos dilatados: Aire y Agua.
Los dos dinámicos y Ligeros: Fuego y Aire, se oponen a los dos estáticos y pesados: Tierra y Agua

ELEMENTOS

Debemos agregar que los cuatro elementos están repartidos en el zodíaco de un modo igualmente minucioso. El FUEGO, que representa el dinamismo, está situado al comienzo del año astronómico (21 de marzo) cuando el Sol emprende verdaderamente su marcha delante de la pista zodiacal; es la energía indispensable en todas las cosas para la consecución de un proyecto. Cuando ya un proyecto se ha decidido, se visualiza generalmente el resultado, se vislumbra el final: es aquí el elemento sólido el que deberá venir, correspondiendo al elemento TIERRA en el signo del Toro y así como el fuego se encuentra bien armonizado con el planeta Marte cuyo domicilio es el Cordero (primer signo del Zodíaco), así la tierra está justamente en su elemento de influencia con el planeta Venus que afina con las artes, con la simpatía y con el amor que son funciones puramente terrestres.

El elemento AIRE que simboliza los gases, además de ser el elemento de la fusión, de las posibilidades de asociarse, de la unión, caracteriza aquí la necesidad del apoyo, de la ayuda, de la asistencia en todas las cosas y es la razón por la cual toma su puesto el signo de los Gemelos que precisamente está simbolizado por dos seres (pueden ser Adán y Eva), significando el entendimiento y la cooperación. Después como en todas las actividades, hay que contar igualmente con los obstáculos y viene entonces el elemento AGUA en el signo del Cangrejo. Estos cuatro elementos simbolizan las diversas acciones que se podrían expresar en un cuadro esquemático del cuaternario, puesto que están bien escalonados en el Zodíaco sucediéndose en el mismo la orden en que han participado, es decir, formando triplicidades en el orden siguiente:

El elemento FUEGO: en los signos Cordero - León - Centauro.
El elemento TIERRA: en los signos Toro - Virgen - Macho Cabrío.
El elemento AIRE: en los signos Gemelos - Balanza- Aguador.
El elemento AGUA: en los signos Cangrejo - Escorpión - Peces.


Se puede insistir en el magnifico simbolismo del elemento FUEGO en los signos caracterizados por una influencia de fuerza dinámica, un poder activo, en tanto que el elemento TIERRA se representa por los signos de apego, de ponderación, de estudio, de servicio, etc... El elemento AIRE está bien en los signos de doble símbolo: los Gemelos (dos personajes), la Balanza (dos Platillos) y el Aguador (dos corrientes emanando del Cántaro), y, por su parte, el elemento AGUA a través de los signos que se manifiestan por medio del movimiento ondulante del líquido, la inestabilidad, el obstáculo, la lucha entre las aspiraciones siempre múltiples, el trabajo sobre planos diferentes, el karma.
En fin, la tercera representación de ese cuaternario de elementos en el Zodiaco se sobreentiende como el Fuego oculto (Agni), la Tierra, elemento de base (por ejemplo los chakras o los sephiroths); el Aire en esa octava superior es el Aether (el Prana) y el Agua, elemento plástico (Kundalini). Esotéricamente se relacionan muy bien esos elementos al conjunto del mecanismo evolutivo, con el Fuego (como Espíritu), la Tierra (como materia del cuerpo físico), el Aire (como alma, Substrato del Plano Mental Superior) y el Agua (como materia plástica o Cordón astral, o plano mental Inferior).

En la alquimia, el sujeto ennegrecido (entristecido, denigrado, calumniado) en su putrefacción (elemento TIERRA), toma enseguida diversos matices en su sublimación (elemento AIRE), se blanquea por la ebullición (elemento AGUA), y finalmente se pone al rojo para su exaltación (elemento FUEGO). No solamente es necesario seguir este ritual con el fin de conservar la verdadera Tradición de los Ancianos, sino también estar impregnado de estos procesos y participar enteramente en esta transformación, que fue muy bien estudiada por los Rosacruces de Antaño.
El monte Kailas en el Transhimalayo ofrece también preciosas particularidades. El Santo Kailasa Khang Rimpocheh como se le nombra a veces, fue considerado desde hace mucho tiempo como la cima espiritual de nuestro Mundo. Destaca con sus 8.000 metros en medio de 4 montañas (Vajrapani, Manjusri, Avalokiteshvara y el monte Tara) que parecen guardarlo como 4 centinelas, simbolizando por otra parte los 4 elementos de la Naturaleza que se hubieran materializado en Genios Protectores.
En el Brahma-Kund de Hardwar (cuenca sagrada de un sitio especialmente magnético), el 13 de Abril de 1950, entraron sucesivamente por orden de evolución espiritual los Sabios que se reconocen en la India por su sucinto vestuario. En efecto, los más ricos espiritualmente son aquellos que han hecho donación de todo y en cambio los ricos Maharajas son los últimos en cumplir su ritual de devoción.
El Khumba- Mela (Khumba, Urna Sagrada, Acuarius) tiene casi el valor del Santo Kailas (Cima Espiritual del Mundo) la montaña sagrada, cuyo peregrinaje ofrece la gran purificación, hasta el punto de que aquellos que la realizan son honrados con el titulo de Paramahansa, o sea Más que Santo (algo así como extraordinariamente-puro).
En fin, tales ceremonias cuentan, sobre todo, según el estado de espíritu con el cual ellas son realizadas. El hecho de tomar contacto con el agua (aún en un lugar sagrado) no es suficiente, si el acto no es comprendido.
Esos ritos deben ser acompañados de oraciones, encantamientos (en la India son recitados “Mantras” especiales en esas ocasiones) y ese ceremonial es enteramente asimilado por los devotos, que pasan así múltiples purificaciones, capaces de prepararlos a Iniciaciones, pero aún los Iniciados continúan practicando esos ritos y asistiendo a esas ceremonias.
Es preciso comprender que se trata en el ceremonial del bautismo como los Mandeanos lo entendían, es decir, de purificación y no de Iniciación, a menos que se trate del acto iniciático, por medio del elemento del Agua, que debe hacerse cuando el ser tiene la entera comprensión, como fue el caso de Jesús el Nazareno, a los 30 años, en las aguas del Jordán.
Ese acto iniciático por medio del agua, forma parte, entonces, de las pruebas de los cuatro elementos, conocidas en todas las Escuelas Esotéricas. Fuera de las etapas simbólicas a recorrer en los Templos de los Misterios para realizar la Iniciación, por la Tierra, el Agua, el Fuego y el Aire, cada uno puede prepararse y es eso lo que se practica durante el peregrinaje.
Para el mismo circuito, es el elemento Tierra el que está en juego en la marcha; los baños en los lugares sagrados, la inmersión en ríos, pone en acción el elemento Agua; con la fe (Agni, el Fuego Sagrado) uno se coloca en el estado de Gracia - es el elemento Fuego para la acción interna - y finalmente las oraciones (Magia del Verbo), simbolizan por el ritmo del soplo el elemento Aire.
El Yoghi no usa los elementos exteriores para evolucionar a través de esas etapas, sino que, poniendo en acción sus “chakras”(centros nervo-fluídicos en emanación de las glándulas) él mismo recorre: Muladhara (Tierra) - Svadhistana (Agua) - Manipura (Fuego) - Anahata (Aire).
Los Hindúes han comprendido desde hace mucho tiempo toda la importancia de los elementos puestos así en juego y sabiendo que el hombre esta compuesto de esos cuatro elementos Tierra (esqueleto), Agua (sangre), Fuego (temperatura) y Aire (soplo) han intentado identificar en esos elementos aquellos que constituyen el mundo: Tierra (montaña), Agua (río), Fuego (sol) y Aire (atmósfera).
En las prácticas espirituales los elementos fueron simbolizados por el Mandala o Yentram para la Tierra; la Pranificación en el agua; el Kundalini puesto en acción como vibración Ígnea, la Shakti que es asimilada al elemento Fuego y, en fin, gracias al Pranayama (control del soplo) se es apto a las modulaciones de los Mantras para identificarse con el elemento Aire.
Son los cuatro elementos que se vuelven a encontrar en todas las mitologías ocultas, con los Gnomos (Genios de la Tierra), Ondinas (Espíritus del Agua), Salamandras (Fuego), y Sílfides (Aire), simbolizados en Magia por el Pantaclo, el Vaso, la Espada, y la Varilla, atributos que se encuentran en los Juegos de Tarots con el Siclo, la Copa, la Espada y el Cetro, lo cual al pasar a las cartas ordinarias, da los Ases, las Sotas, las Reinas y los Reyes.



Es aún otra vez el axioma hermético: Saber-Querer-Osar-Callar, que es el emblema de la Institución Iniciática cuyo programa se establece por la Ciencia, la Religión, el Arte y la Didáctica evolucionando a través de las diversas experiencias de la Tesis, la Antitesis, la Síntesis y la Matesis. Aquel Saber, tan comprendido en el sentido de Conocimiento como en el sentido de Prudencia, se simboliza en un cuaternario, cuya lista puede prolongarse en las diversas situaciones, planos, grados, reinos, estados, etc...
A esta lista se pueden añadir los 4 elementos del ritual de Magia: Cetro (para mandar al Genio del Fuego), la Espada (para ordenar a los espíritus del Aire), La Copa (para comunicar con el elemento líquido) y el Pántaclo (como elemento de base que simboliza la tierra); esos emblemas se encuentran en el antiguo (Naipe) Tarot: Bastos, Espadas, Copas y Oros, que engendró nuestros naipes actuales en sus cuatro elementos llamados de los colores: Corazón, Ladrillo, Trébol, Espadas.

La Religión Católica Romana no excluyó esos elementos de Magia ceremonial, y en las iglesias siempre arde el Santo Sacramento (principio ígneo) como una vieja herencia de los adoradores del fuego, porque no debemos olvidar que una gran parte de sus dogmas y rituales fueron copiados del Mazdeísmo, por ejemplo. Por esta razón, además del culto del fuego, como en el Zoroastrismo, el católico cree en la vida eterna, en la venida de un Salvador, en la remisión de los pecados, etc... que son todas teorías provenientes de la Religión, de la Magia y del Parsismo Oriental.
Se notará sobre el altar de las iglesias católicas los 4 elementos, bajo las formas siguientes: Fuego (cirios encendidos), Aire (incienso en fumigación), Agua (Vino en el Cáliz), Tierra (elemento sólido representado por la Hostia, así como las osamentas de los Santos, colocados en relicarios sobre el altar mayor). Esos elementos están naturalmente en correspondencia con otros principios para las analogías habituales.
Este I.N.R.I., que se encuentra en todos los problemas Iniciáticos, esta también incorporado en la física kabbalística, así como en los principios esotéricos de la investigación hacia la Identificación. Es como el sello divino, que marca los nombres donde se encuentran encarnados los Sacramentos Superiores.
Simboliza los 4 elementos en Hebreo: IAMMIN (El Agua), NOUR (el Fuego), ROUAH (El Aire), IABESHEH (la Tierra), generalmente interpretado por el axioma latino “IGNE NATURA RENOVATUR INTEGRA”, (Es por el Fuego que se renueva la Naturaleza), lo cual puede ser comprendido como un emblema de la Transmutación.
No es exactamente por una “Coincidencia” que el Gran Nazareno haya sido crucificado con esta inscripción.
El Fuego interno (la Fe), devora el elemento indispensable para transformar la Naturaleza; es el calor de la devoción, que cambia las fuerzas físicas en energía espiritual. Esta transpolarización se encuentra a la base de todas las investigaciones de perfeccionamiento, enseñadas por las Grandes Escuelas del Pensamiento.

La estrella de David (dos triángulos invertidos) es ya muy explícita para los que quieren darse el trabajo de meditar un poco. Ese sello representa el símbolo alquímico con sus dos elementos principales: Fuego (triángulo con la punta hacia arriba) y Agua (triángulo con la punta hacia abajo ) con sus derivados: Aire: (triángulo con la punta hacia arriba y atravesado por una raya) y Tierra (triángulo con la punta hacia abajo y atravesado por una raya). El elemento Fuego de la sequedad y la solidez (equivalente del azufre); el elemento Agua es húmedo y esencialmente fluido (calidad del mercurio); ambos son sometidos a la influencia de un principio Único Inmaterial, al cual los filósofos herméticos llaman: “AZOTH” (Espíritu Universal).

Así pues tenemos: El Espíritu y la Materia según el punto de vista de la Involución y de la Evolución; dos triángulos, el uno con la punta hacia arriba y el otro con la punta abajo, cuyo simbolismo fue tan frecuentemente vulgarizado y originó tantas discusiones para probar la superioridad del uno o del otro... Contentémonos con expresar que no hay superioridad ni inferioridad; simplemente se trata de métodos diversos; el triángulo con la punta dirigida hacia arriba implica una evolución hacia el Altísimo, la espiritualización de la materia, mientras que el de punta hacia abajo expresa el símbolo de la involución del Espíritu en la materia, la materialización del espíritu. El uno se comprende en el sentido del método a seguir y el otro en cuanto a los recursos que están a la disposición. Así, por ejemplo, si se descompone el Sello de Salomón bajo el análisis de la filosofía hindú, tendremos de una parte a Shiva y de otra a su Shakti, dicho de distinta manera, Espíritu y Materia, la Fuerza inherente y el poder potencializado, el Espacio y el Tiempo de la Ciencia moderna. Resta por el momento descomponer la Estrella de 6 puntas en dos triángulos con sus particularidades y tendremos al uno con el método y al otro con el objeto:

En el estudio de las cosas o en la aspiración a lo Divino, la idea, el principio, la búsqueda, están siempre dirigidos hacia un Ideal Sublime que es para felicidad sobre la tierra. Existe, pues, en otras palabras: la Existencia Absoluta, la Felicidad (Ananda); el Conocimiento, la Consciencia Universal (Chit), y la Existencia Verdadera o el Ser (Sat).
Los medios, los sistemas, las posibilidades que se ofrecen son siempre diversas y según la elección resultan más o menos provechosas para las facultades. Existe la actitud ignorante, la incomprensión de las leyes, la existencia sin principios definidos, es el estancamiento debido al TAMAS-GUNA y su alimentación de carne y absorción de alcohol. Existe también el medio pasional, la energía desparramada con intención en el mal, la necesidad de recomenzar experiencias y pruebas debido al RAJAS-GUNA con alimentación de pimientos y excitantes. Por último el sistema de la pureza, la evolución según el proceso de las leyes naturales, una vida de realización, es el avance gracias al SATTVAS-GUNA y su dieta vegetariana con frutas y productos frescos.
Estos gunas (cualidades) ofrecen a los humanos las posibilidades que ellos merecen de acuerdo con el género de vida escogido; cada quien forja su propio camino más o menos rápidamente según sus miras y sus deseos pues el resorte natural hace existir la Libre Elección y tan sólo basta poner en acción su Voluntad.
En cierto sentido, el triángulo con la punta hacia arriba puede ser entendido como PURUSHA que es simbolizado por las tres ideas, todas en el dominio del espíritu (entendiendo la felicidad ananda no como dicha terrestre, el conocimiento chit no como una curiosidad intelectual, la realidad del Ser Sat no como materia manifestada) que viene a unirse a PRAKRITI (triángulo con la punta hacia abajo) simbolizado por los sistemas del dominio físico.
Purusha es la aspiración, el Prana, el Soplo, el “en el principio era el Verbo”. Prakriti es la manifestación, el Akash, el “y el Verbo se hizo carne”; Purusha simboliza a Prakriti antes de su manifestación, así como Prakriti expresa a Purusha materializado; es el desequilibrio provocado por el primer Soplo cuando se iba a realizar la experiencia del caos (el instante precedente al pasaje bíblico: “Y el espíritu cerníase sobre las aguas”) que ha formado el mundo materia, y es el equilibrio que nuevamente restablece la reintegración total al Gran Todo. La Realización de ello, la perfecta comprensión de este principio, la total adhesión átmica a este principio, quiere decir YOGA. De ahora en adelante muy bien se puede simbolizar con la Estrella de Salomón (sin que por eso haya que retrasarse en evocar el símbolo que algún tiempo ha sido la gráfica particular de una doctrina). En Alquimia no son solamente tres elementos (azufre, mercurio y sal) los que participan en la materia, por lo cual la estrella hexagonal del Sello de Salomón se hace explícita meditando en ella como un símbolo alquímico, puesto que la verdadera Alquimia es Yoga de cualquier manera.
Purusha, la Divinidad, produjo de su cabeza: los brahmanes; de su pecho: los khshatriyas (soldados guerreros); de sus muslos: los vaisyas (comerciantes, navegantes); de sus pies: los sudras (labradores). Estas 4 castas tienen una significación más profunda que 4 tribus.

Por no ser fácil a la concepción científica, la Trimurti de la teología hindú debe ser, en primer lugar, bien asimilada.
Así, Brahma (la creación) es el elemento tierra,
Vishnú (la conservación) es el elemento agua y
Shiva (la destrucción) es el elemento fuego;
estos tres símbolos están contenidos en el loto (15) y a partir del primer chakra son caracterizados por el triángulo en el centro de esta flor -con cuatro pétalos- que representa a MULADHARA (la raíz de la columna), primer centro de desarrollo para la iluminación de fuerzas internas.
Sobre este primer centro (MULA: raíz, base, soporte) reposa, en cierto modo, todo el sistema kundalínico y su triángulo es la base de una pirámide que se eleva hasta BRAHMA-RUNDRA (abertura Divina) en la cima del cráneo.
Esta Tri-Unidad constituida por la base triangular de esa pirámide (muy simbólica) con su cima, es la primera triple manifestación (Vida, Forma, Pensamiento) explicada a través de todas las trinidades teológicas que emanan de un Dios-Único-Absoluto
Puedo agregar el axioma: “La Tierra es un globo animado por el espíritu” lo que da 365 en esoterismo numerológico: la Tierra, representada por el número 3, corresponde al Creador, Brahm (el Dios, el Padre) el globo animado; el número 6 es el elemento agua, en tanto que es agua celeste y líquido terrestre, el místico y el obstáculo quienes animan al mundo por antagonismo de aspiraciones, es decir, es Vishnú (16), el conservador (la segunda persona divina); y el Espíritu, que corresponde al número 5, es el elemento fuego, simbolizado por el Sol, el cual dirige las fuerzas, o sea Shiva, el destructor (el Espíritu Santo). 365 es el número de días de la revolución terrestre. Ello invita a reflexionar en un gran problema de evolución micro-macrocósmica:
BRAHMA es creador en el sentido de su acción constructiva, la cual se manifiesta por medio de la Causa universal;
VISHNÚ es conservador porque su potestad protectora es manifestada en sus diversos avatares, es la forma que, en todos los grandes períodos, viene a materializarse en un arquetipo; por último,
SHIVA es destructor en el sentido de la abolición de pasiones, es, pues, el purificador (simbolizado por el santo espíritu cristiano y por la IDEACIÓN de nuestra teórica teológica) emanado del Absoluto (Vida-Forma-Pensamiento).
Ese templo piramidal interno es como una superposición de siete cámaras iniciáticas, y los tres elementos básicos (tierra-agua-fuego) indican que en unión con el elemento AIRE, hay que trabajar para culminar en la cima de esta pirámide, la cual debe estar caracterizada por el elemento ÉTER puesto que el último centro (chakra de mil pétalos) es el que da paso hacia la consciencia universal en donde se encuentra el elemento etérico.
De ahí los ejercicios especiales de las respiraciones (toma del elemento AIRE) tan caros al yoghi.

Mencionemos nuevamente el axioma que he definido hace algunos instantes: “la tierra es un globo animado por medio del espíritu”, que he anotado con el número 365 (tierra-agua-fuego) y que se manifiesta justamente en ese mismo orden en la evolución de los chakras.
MULADHARA: elemento tierra.
SVADHISTHANA: elemento agua.
MANIPURA: elemento fuego.
ANAHATA: elemento aire.
VISHUDDHA: elemento éter.
AGNA: MENTAL.
SAHASRARA Padma: ABSOLUTO.
Por consiguiente, en razón lógica, el trabajo del perfeccionamiento se lleva a cabo con los tres primeros elementos básicos que hemos caracterizado en nuestros primeros centros, así como con la ayuda del cuarto centro, es decir, que el equilibrio entre el macrocosmo y el microcosmo es establecido por la homogeneidad de los elementos en juego:
la tierra, que será el cuerpo sólido, el objeto, el resultado, la forma;
el agua, el elemento líquido, el obstáculo, pero también la prueba indispensable;
el fuego, que es el dinamismo, el elemento ígneo que hace el plan de lucha y ofrece la posibilidad de purificación; y,
el aire, el elemento gaseoso propio para prestar asistencia y ayuda al concurso evolutivo de las cosas.
En el macrocosmo la naturaleza presenta estos cuatro elementos:
Nuestro planeta y los continentes (la tierra),
Los mares, océanos y lluvias (el agua),
Los volcanes, la lava, la temperatura, el sol (elemento fuego)
y con la atmósfera (el elemento aire).
En el microcosmo nuestro cuerpo se presenta con los mismos cuatro elementos:
Sólido (tierra) lo que es nuestro esqueleto;
Líquido (agua) nuestra sangre, el líquido acuoso cerebral, la orina, el sudor;
El elemento ígneo (fuego) en nuestra temperatura y la putrefacción en los intestinos;
Finalmente, el elemento gaseoso (aire) con nuestra capacidad pulmonar para la constante absorción del oxígeno.
El elemento éter es obtenido, pues, el día en que, con un equilibrio perfecto, lo lleguemos a identificar con los cuatro elementos contra los cuales el hombre debe generalmente luchar, pero sin los cuales no sería posible que viviera. Interpenetración del uno en el otro, es decir, equilibrio de los cuatro elementos básicos del organismo con los cuatro elementos constitutivos del mundo manifestado en el plano físico.
En seguida, el adepto al perfeccionamiento se ha de elevar en ese estado etérico que le permite alcanzar fenómenos supra-normales con los cuales él trabajará en su evolución final para la elevación del estado mental y la absorción en el Absoluto.
Es este mecanismo el que hay que comprender antes de penetrar más adelante en los dédalos de las Ciencias Sagradas. En este orden de ideas se trata de la asimilación a un mismo estado tanto de los elementos que pertenecen a la naturaleza como de los que contiene el cuerpo humano, como establece el gran axioma hermético: “Lo que es abajo es como lo que es arriba a fin de que se cumpla el milagro de todas las cosas”. (Hermes Trismegisto).
En la tradición hindú, es por medio de una flor de loto como son simbolizados los principales plexos (centros nervo-fluidicos) conocidos como los siete chakras primordiales. Cada uno se representa por una flor de diferente número de pétalos, cuatro para Muladhara, terminando en el loto de los mil pétalos: Sahasrara-Padma.
Llamada número 16 del Yug Yoga Yoghismo página 33
Se ha manifestado Vishnú, en la Tierra encarnado a través de las edades, en un pez, en un cerdo, en una tortuga, en un enano, en Narashinga, en Parasuvanu, en Rama, en Krishna, en Buddha, y a través de su esperada décima encarnación en el Kalki Avatar (décimo Avatar o Mesías), comprendida como la Segunda Venida del Cristo, o el Maitreya de los Buddhistas.
La Tierra soporta; el Agua y el Aire animan, y el Fuego Solar mueve creando todas las fuerzas físicas, y la fatalidad gobierna la marcha de todas estas fuerzas y de todos los seres. Estos elementos circulan a través de tres reinos: Los minerales, lentamente descompuestos por las raíces de los vegetales que los asimilan y los transforman en substancias vegetales, las que son cargadas de principios dinámicos por los rayos solares y que el aire atmosférico viene a animar. Los animales, a su vez, toman las substancias vegetales que digieren y transforman en substancias animales. Y la Vida Universal, idéntica para todos los seres, circula a través de todos los reinos, animando tanto a la más leve brizna como al cerebro del Gran Cuadrumano.
Hemos visto que los símbolos de los elementos en alquimia se escriben con ayuda de triángulos (punta hacia abajo cruzado por una línea transversal para el elemento Tierra, triángulo hacia abajo sin esta línea transversal para el elemento Agua, triángulo con la punta hacia arriba para el elemento Fuego, y triángulo también hacia arriba cruzado por dicha línea transversal para el elemento Aire); aquellos con la punta hacia abajo corresponden a los dos primeros chakras con el fin de simbolizar la involución, el apego al mundo físico, sobre todo en lo que concierne al primer chakra, que expresa equilibrio, por su afinidad con este planeta (la Tierra) gracias al elemento sólido (TIERRA), el cual caracteriza al chackra inferior; los dos triángulos con la punta hacia arriba (Fuego y Aire) residen uno en el chakra Manipura y otro en el chakra Anahata para representar en este caso una evolución, una aspiración hacia un más alto ideal, una atmósfera superior respecto al espíritu que intenta escaparse de la envoltura material. Esta indicado que JIVATMA (el espíritu encarnado, es decir el alma individual) reside aquí; en este centro se ha incorporado el Alma personal (reflejo del Alma cósmica). De Hridaya (el corazón) el Alma va a elevarse a lo largo del Nadi Sushumna hasta Brahma Rundra desde donde se escapará al exterior para unirse a PARAMATMA (el Alma Universal, el espíritu del Gran Todo). Corresponde en cierto modo al simbolismo cristiano del alma, la cual para muchos católicos reside también en el corazón y para su purificación debe subir hacia dicha abertura en el cráneo (la fontanela abierta todavía en los recién nacidos debido a la encarnación reciente del alma, según los cristianos) para reunirse a Dios, y de esta teoría proviene que los Santos posean esa pequeña flema representada siempre sobre la cabeza de los Apóstoles por los artistas medioevales.
El SHEMA es, pues, el atributo del Verbo, y le comprendemos mediante las tres letras: Shin-Men-Aleph, que son como los elementos: Tierra, Agua, y Fuego, puestos en acción por el elemento Aire (Aliento Divino).
TAMATRAS, o Triplicidades:
La ontología hindú llama a estos elementos Tanmatras, de TAT = aquello que, lo que, MATRA= medida, determinación.
He aquí la definición que le da René Guenon:
“Determinaciones elementales sutiles, por consiguiente incorporables y no perceptibles exteriormente, que son de un modo directo, los principios respectivos de los cinco “bhutas” o elementos corporales y sensibles, (éter, aire, fuego, agua y tierra) y que tienen su expresión definida en las condiciones mismas de la existencia individual al grado en que se sitúa el estado humano. La palabra tanmatra significa literalmente una “asignación” delimitando el dominio propio de una cierta cualidad en la existencia universal....”
Según Sir J. Woodroffe, los tanmatras son las esencias de todas las cosas, “las partículas infinitesimales de la substancia de la que se compone la materia sensible”; constituyen igualmente “la materia infrasensible, las ideas generales, las cualidades abstractas de un objeto y no pueden ser percibidas tales como son, más que de los planos superiores de conciencia”.

Los tanmatras existen, pues, tanto sobre el plano de las ideas abstractas como sobre el del mundo sensible, pero en grados diferentes de sutilidad que se manifiestan probablemente por diferencias de rapidez vibratoria.
Son cinco:
1º El Akasha o éter que corresponde a la facultad del oído; su lugar está en el centro de la rueda zodiacal, ese centro es también el lugar del planeta Mercurio que es asimilado al éter.
Este es el oído que percibe el sonido; el éter de AITHO = arder, quemar, abrasar; es asimilado a la Energía original que engendra el Sonido primordial; es el agente transmisor del Verbo, y Mercurio es el Verbo.
2º El Aire (Vayu) que corresponde a tocar.
3º El Fuego (Tejas) que corresponde a la vista.
4º El Agua (Apas) que corresponde al gusto.
5º La Tierra (Prithivi) que corresponde al olfato.

Estos son los Tanmatras que designan en Astrología los elementos constitutivos de las Triplicidades. El Eter central que da nacimiento al Aire, que da nacimiento al Fuego, que da nacimiento al Agua, que da nacimiento a la Tierra. Así los Tanmatras son todos contenidos en el Eter y descienden los unos de los otros por una vía de “degradación”, que es por la disminución de su rapidez vibratoria.
Bajo su forma más densa, los Tanmatras son los elementos sensibles tal como nosotros los conocemos, (Bhutas), Eter, Aire, Fuego, Agua y Tierra. Estos son los elementos de la Substancia en el sentido de base de apoyo, substancia constantemente sumisa a la acción transformadora de los Gunas, constituye el Universo sensible y suprasensible.
Es por el movimiento transformador del devenir (Gunas) al ejercerse sobre los estados elementales (Tanmatras) que nacen las cualidades de las 12 Energías representadas por los 12 Signos del Zodíaco

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